Por Pegaso
Quien aún no acepte o ponga en duda que durante algunos períodos de la historia reciente las naciones han puesto en marcha varias ideas provenientes del maltusianismo, aquí presentaremos dos pruebas, dos, para cambiarles el chip.
Una de las definiciones indica que “el maltusianismo o maltusianismo es una teoría demográfica, económica y sociopolítica, desarrollada por el economista británico Thomas Robert Malthus (1766-1834) durante la revolución industrial, según la cual el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión aritmética. Por esta razón, de no intervenir obstáculos represivos (hambre, guerras, pestes, etc.), el nacimiento de nuevos seres aumentaría la pauperización gradual de la especie humana e incluso podría provocar su extinción. Lo que se ha denominado catástrofe malthusiana”. (Wikipedia).
A pesar del avance de la tecnología que nos permite producir más alimentos, el número de habitantes del planeta Tierra sigue aumentando de manera acelerada.
Actualmente somos más de 7,700 millones de personas. A como vamos, llegaremos a los 10 mil millones para el 2030, o antes.
Las teorías maltusianas han estado siempre presentes en la política internacional.
Cuando empezó la explosión demográfica en China, el gobierno de ese país decretó que cada familia debería tener un solo hijo.
Había gente muy pobre que, cuando tenía una hija, la mataba, porque las mujeres constituían una carga para su raquítica economía.
Otros países, incluyendo México, también adoptaron políticas que pretendían bajar el ritmo de crecimiento de la población, pero no se llegó al extremo de prohibir a las parejas tener la cantidad de hijos que quisieran.
Recordemos que todavía hacia los años sesenta y setenta, aún había mujeres que tenían hasta doce o más vástagos.
Se realizó una campaña profunda para concientizar a la población de que menos hijos significaba más prosperidad y se implementaron métodos de control natal voluntarios, como el ligamento de las trompas de Falopio en las mujeres y la vasectomía en los hombres, y se popularizaron las píldoras anticonceptivas.
Ahora las parejas buscan tener dos, o cuando mucho, tres de familia y se cierra la fábrica.
Esa fue una idea inspirada en Malthus.
Otra, que está muy de moda por cierto, es la proliferación de las relaciones igualitarias y matrimonios gay.
Los gobiernos lo promueven, disfrazado de respeto a los derechos humanos, mientras la Iglesia condena lo que considera actos antinaturales.
Por su parte, el presidente ruso, Bladimir Putón, a pesar de su apellido, se ha pronunciado abiertamente en contra de ese tipo de relaciones hombre-hombre y mujer-mujer, asegurando que mientras él esté en el poder, no se permitirán tales aberraciones en su país.
La tercera idea malthusiana que estamos viendo en la actualidad es el control de la población vieja y enferma mediante una epidemia inducida.
Como siempre, el laboratorio fue China.
Los ojos de rendija fueron los primeros en someterse a la rasuradora, y después, el resto de los países del mundo.
Casualmente, naciones como México, donde la población obesa, hipertensa y diabética es de más del 50%, está sufriendo como pocos esta calamidad.
A la fecha, 13 de agosto, nuestro país se ubica en el tercer lugar en cuanto a casos de COVID-19 y el primer lugar en morbilidad y fatalidad, en proporción a su población.
El coronavirus SARS-CoV-2 vino con dedicatoria a los pobres y enfermos del mundo.
Si un diabético con muchos billetes enferma, no pasa de que se le entube en un hospital de lujo, con todas las atenciones e insumos, y después se recupera para seguir con su vida normal, o casi normal.
Si un pobre cae víctima del COVID, lo más probable es que muera como un perro, porque no tendrá ni siquiera para comprar una caja de aspirinas.
Y hacer una kilométrica cola en los hospitales públicos a esperar a que otro paciente muera para ocupar una cama, es un verdadero suplicio.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “¡Procedan a hacer un acto de contrición, infractores de la ley divina!” (¡Arrepiéntanse, pecadores!)